martes, 19 de marzo de 2013

"Cristo declaró: "A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César", y yo os digo: !Al Pueblo lo que es del Pueblo¡"



Sólamente quien haya vivido conscientemente la época de la revolución bolivariana, quien no haya apartado la mirada de las maravillas que allí se estaban produciendo, comprenderá la excepcionalidad que hace del compañero  Hugo Rafael Chávez Frías la figura política más relevante de nuestro tiempo y un referente histórico para la clase trabajadora por haber desarrollado y extendido al resto del continente americano un proceso suí generis denominado revolución bolivariana.


La propaganda burguesa de los medios comerciales de comunicación ha presentado su proyecto de integración del ejercito como agente del proceso de cambio social como un caudillismo populista, pero lo cierto es que Chávez ha sido un dirigente revolucionario que lejos de usar al pueblo para sus objetivos personales (electoralistas), transformándolo a su vez en en una masa de mendigos que se acostumbra a pedir y a esperar de ese lider la solución de sus problemas, ha buscado, por el contrario, que el pueblo crezca, se organice, y vaya prescindiendo cada vez más de su liderazgo y se vaya transformando en protagonista de la historia: Si aquel 27 de febrero de 1989 (Caracazo) el pueblo venezolano salió a las calles y no ha regresado de ellas, "la obsesión de Chávez ha sido transformar ese mar de pueblo en organización. No ha perdido ocasión para llamar a constituir círculos bolivarianos de los más diversos tipos. Sabe que un pueblo organizado y no desarmado es invencible" (Marta Harnecker). Cuando el pueblo venezolano se movilizó para exigir el regreso de Chávez a la presidencia de la República en abril de 2002, lo hizo por amor al único presidente que le ha devuelto la dignidad, es decir, que lo convoca a transformarse en el protagonista de un nuevo proyecto de país.

A Chávez lo que es de Chávez, ahora ya como recuerdo, como idea. Afortunadamente esta revolución nunca ha dependido de un hombre, y es el pueblo venezolano quien debe consolidar los mecanismos que protejan el protagonismo que le está siendo asignado por la revolución bolivariana para garantizar y desarrollar las potencialidades de este proyecto, y servir de ejemplo para los pueblos del mundo.





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