"Comida S.A" es la traducción castellana del título oríginal del documental "Food, inc". Junto con la inmensa mayoría de documentales que se realizan en la actualidad, éste comparte el defecto de no ser de izquierdas, pese a lo cual se procede a su exposición por considerar que ofrece una serie de datos concretos que pueden ser reinterpretados en orden a un análisis económico marxista. De esta forma, "El Kriterio" se complace en presentarles "Food, inc" como un documental que analiza las alarmantes consecuencias de someter la producción de alimentos a las condiciones capitalistas de rentabilidad.
La ganancia es el motor de la economía capitalista. Puesto que la economía capitalista se desarrolla en un marco de competencia, la ganancia no se obtiene subiendo el precio de venta de las mercancías, sino disminuyendo los costes de producción que a su vez permiten al capitalista disminuir los precios de venta para imponerse sobre sus competidores. El abaratamiento de las materias primas cumple un papel inestimable en las disminución de los precios de venta, así como la disminución del precio de la fuerza de trabajo. A su vez, la mecanización de la producción sirve de instrumento a los capitales
para aumentar la productividad con la que bajar el precio de sus
mercancías en un marco de competencia en el que todos los capitalistas
tienen que realizar movimientos similares si no quieren dejar de ser
competitivos. La mística de la comida barata debe comprenderse como la expresión de las condiciones para la realización de la ganancia en el sistema de producción de alimentos. Tras una hamburguesa de un euro encontramos unas condiciones de trabajo deplorables y una carne muy barata que procede de mataderos o empaquetadoras altamente mecanizados que permiten producir o procesar más valores de uso en el mismo tiempo y reducir así el valor unitario de sus mercancías: si antes en una hora se producía una tonelada de carne, y con la introducción de una nueva máquina puede llegarse a producir dos toneladas en el mismo tiempo, eso quiere decir que el valor de una tonelada de carne ha disminuido de una hora de tiempo de trabajo a solamente media hora. Las empaquetadoras contratan trabajadores indocumentados para reducir el precio de la fuerza de trabajo: una persona indocumentada acepta salarios más bajos, está libre de impuestos, no tiene derechos, etc. Pero además las empaquetadoras de carne, que son a su vez criadores de ganado, han conseguido reducir los costes de producción del ganado y abaratar con ello su precio de venta, introduciendo el maíz en la alimentación de los animales. El maíz es una materia prima doblemente rentable porque es muy barata y porque además es muy calórica, por lo que reduce a la mitad de tiempo la crianza del ganado. Que el maíz sea una materia prima tan barata responde, sin embargo, a las políticas del gobierno norteamericano que subsidia el cultivo del cereal para establecer su precio de venta por debajo de sus costes de producción. Por eso no sólo las hamburguesas de un euro encuentran en el maíz la razón directa de su bajo precio de venta, sino que gran parte de nuestros alimentos industriales resultan ser unos astutos reacondicionamientos de este cereal: snacks, ketchup, bollería y chocolatinas, cereales, mantequilla, zumos y refrescos edulcorados, carne y comida rápida, etc. Las políticas subsidiarias del maíz sostienen todo un imperio de grasa y azucar a bajo precio: mientras que dos cogollos de brocoli cuestan 2 euros, encontramos toda una variedad de bombas nutricionales por debajo del euro y medio que están, literalmente, enfermando a la sociedad. La pregunta lógica es por qué no se cambia este sistema de producción de alimentos si tiene unas consecuencias tan dañinas sobre la sociedad. Simplemente porque es el único modo de garantizar las condiciones necesarias para la realización de la máxima ganancia en el sistema de producción de alimentos.
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