domingo, 3 de mayo de 2015

El TTIP en el marco de las contradicciones de la economía capitalista mundial


ATCI son las siglas de “Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión”, conocido también como TTIP o TAFTA, que son la siglas inglesas de “Trasatlantic Trade and Investment Partnership” y de “TrasAtlantic Free Trade Area”. Con estas denominaciones se alude al tratado de libre comercio que se viene negociando desde febrero de 2013 entre el gobierno de Estados Unidos y la Comisión Europea con la intención oficial de armonizar o equiparar sus legislaciones para reducir costes de producción. Sin embargo, en la medida en que la reducción de los costes de producción no se deduce de la mera unificación legislativa, y en la medida en que la libertad de comercio (o lo que es lo mismo, la libre circulación de capital) es el eufemismo utilizado para hablar de libertad de explotación, la armonización legislativa entre EEUU y UE pregonada en el TTIP no puede dejar de ser una igualación a la baja de las normas orientadas a garantizar la protección social que deja a la clase trabajadora en una posición tremendamente vulnerable frente al capital. Así lo revelan las filtraciones con las que Filtra.la primero, y Wikileaks más tarde, han roto el secretismo bajo el que se han venido desarrollando las negociaciones del TTIP, y que confirman que lo que está sobre la mesa es:
  1. La creación del Tribunal de Arbitraje Privado (ISDS por sus siglas en inglés) que es una institución que estando fuera del marco legal de los estados, tendría autoridad para resolver los litigios entre los estados y los inversores. Esto constituye una reducción del marco de control democrático de los estados europeos que ya tiene precedentes en primer lugar en el FMI, en cuanto institución no democrática que dirige directamente la política económica europea, pero también en el propio estatus que tienen los tratados de libre comercio como institucionalización supranacional que está por encima de cualquier marco democrático.
  2. La destrucción de las garantías de protección laboral a través de la asimilación de la legislación antisindical de EEUU que no ratifica los convenios de la OIT.
  3. La privatización de servicios públicos a través del acceso del capital norteamericano a la contratación pública.
  4. La destrucción de las garantías sobre la protección de la salud pública mediante la reducción de los requisitos para la utilización y comercialización de sustancias químicas prohibidas hasta ahora en Europa, condición indispensable tanto para la comercialización de alimentos transgénicos y de carnes hormonadas, como para la comercialización de medicamentos y cosméticos hasta ahora prohibidos en Europa.
  5. La destrucción de las garantías de protección del medioambiente mediante la reducción de las exigencias para la regeneración del ecosistema, condición indispensable para la práctica de extracción de minerales conocida como fracking, que reduce el tiempo de extracción a la mitad.
  6. La destrucción de las garantías de protección de la privacidad que permitirá a las empresas y a los gobiernos disponer de los datos de los ciudadanos con fines comerciales o de control político.
El objetivo que persigue este artículo es contextualizar el ATCI en el marco de la economía capitalista mundial.

La lógica interna del capitalismo se basa en una relación intereses opuestos, de intereses irreconciliables, en primer lugar entre capitalistas y trabajadores, pero también entre los capitalistas considerados individualmente (no como clase). Por una parte hay una relación de explotación entre la clase capitalista y la clase trabajadora (que en la esfera de la producción permite la generación de la plusvalía), por otra parte hay competencia entre los propios capitalistas considerados individualmente (que en la esfera de la circulación reparte esta plusvalía como ganancia entre los distintos capitales).

Es importante señalar el carácter crecientemente contradictorio que le viene dado a la economía capitalista por la tendencia de la mecanización de la producción, consustancial a la acumulación capitalista, a comprometer la rentabilidad de los capitales (proporción de la ganancia con respecto al capital invertido). Hay, sin embargo, factores que pueden contrarrestar esta tendencia de la mecanización a comprometer la rentabilidad de los capitales para prolongar su caída efectiva. Estos factores contrarrestantes de la caída de la ganancia consisten en generar una mayor cantidad de plusvalía (fuente de la ganancia), bien sea modificando el peso relativo de los salarios (directos e indirectos) con respecto a la ganancia en el reparto del producto, como abriendo nuevos espacios de inversión para el capital. Por lo tanto, decir que la economía capitalista es crecientemente contradictoria significa que en el marco de la economía capitalista las exigencias de la rentabilidad cada vez son más demoledoras, lo que hace que las contradicciones entre la clase capitalista y la clase trabajadora por la generación de plusvalía cada vez sea más agudas. En este sentido el ATCI puede entenderse como la eliminación de obstáculos a la explotación, es decir, como libertad de explotación.

Pero la economía capitalista no sólo se levanta sobre el conflicto de intereses entre las clases sociales por la generación de plusvalía, sino que lo hace también sobre el conflicto de intereses que resulta de la competencia entre capitales por la apropiación de la ganancia.  Este conflicto entre capitales tiene mucha importancia porque en él hay potencias que respaldan a los capitales, y por lo tanto, hay potencias que tienen posiciones o intereses distintos. En particular sigue habiendo una superpotencia que es Estados Unidos, que es al fin y al cabo quien impone sus condiciones.  En este sentido no puede dejar de considerarse el ATCI como una modificación en las condiciones de la competencia con arreglo a los intereses del capital financiero estadounidense.

Hasta aquí se ha venido explicando que la economía capitalista se levanta sobre los intereses irreconciliables que se establecen en primer lugar entre capitalistas y trabajadores por la generación de plusvalía, pero también en la competencia entre los capitalistas por la apropiación de la ganancia. En el marco crecientemente contradictorio de la economía capitalista, donde las dificultades crecientes de realización de la ganancia hacen que las exigencias de la rentabilidad sean cada vez más demoledoras, los acuerdos de libre comercio aparecen como recursos que actúan sobre el reparto de salarios y ganancia, y sobre la disposición de la competencia, para garantizar las condiciones de realización de la ganancia de los segmentos más desarrollados del capital, el capital financiero internacional. En cuanto tratado de libre comercio, la finalidad histórica del ATCI es preservar los intereses del capital financiero estadounidense mediante el desmantelamiento de todos los mecanismos que históricamente se han institucionalizado en los estados burgueses para por una parte poner límites a la explotación, pero también para preservar ciertos segmentos para el capital nacional. De prosperar el ATCI, los sectores que saldrían perjudicados frente al capital financiero internacional, principalmente estadounidense, justamente son, en primer lugar los trabajadores, y en segundo lugar ciertos segmentos del capital, fundamentalmente pequeño y mediano capital no vinculado a las finanzas, no internacionalizado.


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