Desde finales de 2013 el gobierno del PP viene insistiendo en la idea
de que España está saliendo de la crisis, idea que se ha reforzado tras conocer
los datos económicos del segundo trimestre de 2014 que apuntaban un crecimiento
interanual del PIB del 1.2%. Sobre este diagnóstico, la oposición ha venido
criticando que dicho crecimiento de la producción general española no tiene un
efecto real sobre el malestar social generado por las políticas de austeridad
que se han venido aplicando sistemáticamente sobre los sectores más vulnerables
de la sociedad desde marzo de 2009, fecha en la cual el gobierno del PSOE
procedía a rescatar la Caja
de Castilla La Mancha. La
interpretación que se propone a continuación recopila ambas posturas bajo el
razonamiento de que España ha salido de la crisis como resultado del deterioro
de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la sociedad, y que por lo
tanto, este crecimiento de la producción, lejos de conducir a una recuperación
de las garantías sociales que constituían el “estado de bienestar”, está
obligado, para mantenerse, a sostener e intensificar la inseguridad social y la
precariedad laboral como nuevos escenarios de normalidad social. O en otras
palabras: no hay ninguna razón que justifique la esperanza de que la
recuperación social se producirá como el correlato necesario de la recuperación
económica.
Esta viñeta expresa la paradoja típica de la acumulación capitalista, es decir, que la realización de la ganancia impide que el incremento de la productividad a través de la mecanización repercuta en una mejora efectiva de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la sociedad. A esta viñeta podrían sumarse otros numerosos ejemplos análogos con los que las sociedades modernas se han acostumbrado a convivir, tales como la coexistencia de una sobreproducción de alimentos con un amplio sector social que padece enormes dificultades para cubrir sus necesidades nutricionales, de una sobreproducción de energías con un amplio sector social que no dispone de calefacción o agua caliente, y la coexistencia de puestos de trabajos sin cubrir (horas extras, trabajos sin contrato) con cinco millones de parados, por señalar algunos de ellos. Y es que desde su origen, la
Modernidad vino acompañada de las crisis de sobreproducción,
una patología que en cualquier otra época habría parecido absurda. Resulta
paradójico que las principales crisis que han sacudido este periodo no son
crisis de escasez de producción, sino de un exceso de producción. ¿Por qué
ocurre esto? En principio, desestimar de antemano la posibilidad de la escasez
de producción como causa posible de la crisis quiere decir que se excluye la posibilidad de
recurrir a factores explicativos que atienden a las inclemencias naturales. Las
crisis de sobreproducción remiten más bien a los problemas de realización de la
rentabilidad inherentes a la lógica del proceso social de la acumulación capitalista.
El proceso de acumulación típicamente capitalista se desarrolla a partir
de la mecanización de la producción. La mecanización de la producción consiste
en la sustitución relativa de fuerza de trabajo por medios de producción y es
consustancial a la acumulación capitalista por cuanto sirve de instrumento a
los capitales para aumentar la productividad con la que bajar el precio de sus
mercancías en un marco de competencia en el que todos los capitalistas tienen
que realizar movimientos similares si no quieren dejar de ser competitivos.
Este constante incremento de la mecanización en un marco en el que el reparto
de los productos del trabajo se realiza mediante la competencia de los
capitales en el mercado, termina necesariamente por comprometer la rentabilidad
de los capitales o la proporción de la ganancia en relación al capital
invertido. Las crisis son estas interrupciones en el ritmo de la acumulación
que derivan de las dificultades para llevar a cabo la valorización del capital
que da sentido a dicha acumulación y son, a su vez, el mecanismo saneador que
con la cada vez mayor destrucción de fuerzas productivas (cierre de empresas,
despidos,..) permite recomponer las condiciones de la rentabilidad. Esta tendencia
del proceso de acumulación capitalista a comprometer la rentabilidad es
conocida como "ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia":
como tendencia inherente al proceso de acumulación capitalista, se formula con
rango de ley, pero el objeto de dicha ley tiene un estatus
"tendencial" por los factores contrarrestantes (recetas del FMI:
políticas de austeridad, rescate de bancos, privatizaciones de servicios
públicos y energías estratégicas, etc.) que por el momento puedan evitar su
caída efectiva. Que el necesario incremento de la productividad por medio de la
mecanización provoque dificultades crecientes en la realización de la ganancia
lleva a caracterizar la economía capitalista como crecientemente contradictoria
o paradójica.
Las crisis del capitalismo se definen, no a partir de la escasez de producción, sino a partir de las
dificultades crecientes
que encuentran los capitales para obtener ganancia (o rentabilidad de
sus inversiones), para lo cual, las recetas fondomonetaristas funcionan
como factores
contrarrestantes a dichas dificultades. Pero además, en los estadios más avanzados del desarrollo del capitalismo, el recrudecimiento de estas dificultades (crecientes) de realización de la rentabilidad hace que el recurso a los factores contrarrestantes de la caída de la ganancia sea insuficiente en todo caso para restablecer el crecimiento económico (aumento de la producción por encima del 3% del PIB), y que en el mejor de los casos no pase de disponer las condiciones para sostener el estancamiento económico (aumento de la producción en tornno al 1,5% del PIB). A la luz de esta interpretación está fuera de lugar pensar que la recuperación económica, esto es, el restablecimiento de la ganancia, vendrá seguida de la recuperación de las garantías sociales y
laborales que
constituían el estado de bienestar, sino que más bien cabe esperar todo lo contrario, es
decir, que las
reformas introducidas en los últimos años configurarán el nuevo marco de
normalidad social por cuanto son la condición de posibilidad de la
recuperación
económica (entedida como restablecimiento de la tasa de ganancia).
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