Nuestra percepción del mundo se limita en buena medida a lo que los medios de comunicación nos enseñan y, sobre todo, a lo que nos ocultan. Los medios de comunicación que en el presente artículo restringimos a prensa, radio y televisión, son los intermediarios a través de los cuales conocemos el mundo, y por eso son soportes de gran influencia en la construcción de nuestros juicios y opiniones de los que depende, en último término, la configuración de la conciencia social y de la opinión pública. A pesar de la aparente diversidad de periódicos y canales de radio y televisión, existe una fuerte concentración en la propiedad y control de los medios de comunicación en torno a cinco imperios mediáticos: en cuanto a televisión, dos tercios de los canales de la TDT se reparten entre los ocho canales con los que cuenta el Grupo Antena3 (propiedad del Grupo Planeta) a quien pertenecen Antena3, Neox, Nova y Nitro, la Sexta, la Sexta2, la Sexta3 y Gol TV, entre los seis canales del Grupo Mediaset que cuenta con Telecinco, Cuatro, FDF, la Siete, Boing y Divinity, y entre los cuatro canales del Grupo Vocento que cuenta con Intereconomía TV, Disney Channel, Paramount Channel y MTV; el espacio radiofónico es mayoritariamente del Grupo Prisa con sus emisoras Cadena SER, 40 Principales, Cadena DIAL, Máxima FM, Radiolé y M-80, aunque el Grupo Planeta y el Grupo Radio Popular SA (COPE) también tienen una presencia significativa; la prensa escrita está repartida entre el Grupo Vocento que cuenta con catorce periódicos de los cuales ABC es su publicación más reconocida puesto que el resto son diarios territoriales, el Grupo Zeta que cuenta con seis periódicos y cuatro revistas, el Grupo UNEDISA que aglutina los diarios el Mundo, Marca y Expansión, el Grupo Prisa cuenta con el País, y el Grupo Planeta con la Razón. Que la mayor parte de los diversos canales de televisión, emisoras de radio y publicaciones impresas se concentren en cinco grupos mediáticos se explica por la incorporación de los bancos (sector financiero) al capital de estos grupos mediáticos, que ven en el sector no sólo la posibilidad de valorizar sus inversiones de capital a partir de la publicidad, sino también la de fabricar una opinión mediática en favor de sus intereses de clase y de sus intereses como capital autónomo enfrentado al resto de capitales.
La causa de esta concentración de los medios de comunicación en un pequeño número de monopolios mediáticos es el inevitable desarrollo del capitalismo hacia su fase imperialista, que el propio Lenin explica en el segundo capítulo de "Imperialismo, la fase suprema del capitalismo": "La función primaria y fundamental de los bancos es intermediar en los pagos. Gracias a ello, los bancos convierten el capital monetario inactivo en activo, esto es, en capital que da beneficio; reunen toda clase de ingresos en efectivo y los ponen a disposición de la clase capitalista.
A medida que las operaciones bancarias se van concentrando en un número reducido de entidades, los bancos dejan de ser los modestos intermediarios que eran antes y se convierten en monopolios poderosos que tienen a su disposición casi todo el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños hombres de negocios, así como la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de muchos países. Esta transformación de los numerosos intermediarios en un puñado de monopolistas es uno de los procesos fundamentales en la evolución del capitalismo al imperialismo capitalista (...) Si el banco descuenta las letras de una firma, le abre una cuenta corriente, etc., estas operaciones, consideradas aisladamente, no disminuyen en lo más mínimo la independencia de la firma, y el banco no pasa de ser un simple intermediario. Pero si estas operaciones se multiplican y se convierten en una práctica frecuente, si el banco recoge en sus manos enormes montos de capital, si las cuentas corrientes de una empresa permiten al banco conocer de un modo cada vez más detallado y completo la situación de su cliente, el capitalista industrial depende cada vez más del banco.
Paralelamente se establece, por así decirlo, un vínculo personal entre los bancos y las mayores empresas industriales y comerciales, la fusión de los unos y de las otras a través de la adquisición de acciones, mediante la entrada de los directores de los bancos en los consejos de administración de las empresas industriales y comerciales, y viceversa".
La fase imperialista se caracteriza por el necesario desarrollo de la competencia capitalista hacia la concentración de los pequeños bancos intermediarios en un pequeño grupo de monopolios poderosos que se funden con las mayores empresas industriales y comerciales mediante la adquisición de participaciones (capital financiero) en el marco de la economía mundial. La concentración de los medios de comunicación en torno a cinco gigantes mediáticos es la forma bajo la que se presenta el imperialismo en el ramo de las comunicaciones: los bancos siempre han sido fuentes de financiación muy importantes para los medios de comunicación a través de la contratación de publicidad y de la concesión de créditos, pero tras la incorporación de las nuevas tecnologías que las innovaciones en informática y telecomunicaciones ofrecen al sector, la deuda de las grandes empresas de comunicación española se disparó, y ante la insolvencia de estas para afrontar el pago, la banca se incorpora directamente a su capital a través de la adquisición de acciones. Desde entonces, la banca dispone de una posición privilegiada en la que cuenta con todo su capital monetario y su conocimiento detallado sobre la situación de las industrias que compiten con ella en el sector, para proceder a la destrucción de las fracciones de capital menos competitivas en un proceso que va concentrando a los medios de comunicación en empresas o grupos cada vez de mayor tamaño y que refuerza, a su vez, la posición dominante de este capital financiero. En los consejos de casi todos los grandes medios se sientan directamente
consejeros del sector financiero, y viceversa: los editores de la
Vanguardia y de la Razón son a su vez vicepresidentes de CaixaBank y el
Banco Sabadell respectivamente. Se constituye con ello la producción mediática de la opinión en torno a un pequeño número de grandes grupos mediáticos que dependen de los bancos.
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